Nuestra Reina nos invita a encontrarnos con Jesus, nuestro Misericordioso Señor, para que fluya nuestro sentir, para que vuele más allá de las fronteras del espacio terrenal.
Si recitamos una oración o encendemos una vela o un tabaco, hagámoslo de corazón, de forma que los pensamientos, expresiones, homenajes y gracias que le hacemos a cada espíritu, guía o ancestro, se transformen en bondades y en luces espirituales; luces que después servirán para apartar las tinieblas del mundo.
María Lionza nos ha dicho que la unión de los hermanos, mano con mano, oración con oración, a la final se transforman en un ramos de flores que sirven de presente a Dios.
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