La Hija de la Tierra y el Sol.

AnaSolí.

Nace como el Sol, todos los días.


Cuenta la historia que en el Estado Lara, habitaron las tribus indígenas de los “Gayones” y “Cámagos”; y en el silencio de la noche, retumbaba la voz de una mujer indómita, una mujer sin nombre que perdió su identidad en la inmensidad del cielo y en el verdor al pie de la sierra. Sin embargo, su eco sigue resonando en cada una de su descendencia.


Su nombre indígena, se lo llevó a la muerte, y fue sustituido por el de Ana Soto. Esa identificación fue dada por los Españoles para nombrar al “espanto” que atemorizaba a sus soldados.


La historia ha dejado de manifiesto que Ana Soto era el “Demonio en Pintura”. El invasor que oprimía las tribus del lugar no llegó a ver su figura y tildaron su existencia de leyenda.

Ana Soto, la Cacica, liderizaba un ejército grande, disipado y muy bien entrenado. Las matanzas llevadas a cabo por estos soldados de guerra eran verdaderamente dignos de un animal de acecho. Su leyenda fue tan grande, que para la época los colonizadores la describían como "un espanto que se fuga entre los matorrales para desaparecer entre ellos como cosa del demonio. No se le puede seguir el rastro porque no deja".


La Hija de la Tierra y el Sol, de acuerdo a su nombre indígena, se levantó en armas en contra de quienes venían de otras tierras con afán perverso e ideario de muerte. Su pecho se lleno de valentía, tomo flecha y lanza en mano gritandoresistencia y muerte al invasor”.


La Sola estampa de esta mujer hacia retorcer de miedo la piel del Español opresor; quienes la consideraban un fantasma. La tradición oral dejó claro que Ana Soto tenía poderes mágicos otorgados por los dioses a través del Baile de las Turas, inclusive su poder y fuerza llegó a ser superior a la de cualquier guerrero de su tribu.


"Hay que asegurar el maíz", es el alma del pueblo, ese era la motivación de Ana Soto. Y todo viene por la tradición del “Baile de Gracias”, efectuado por los Gayones y Cámagos. En ese baile, ellos daban gracias al poder creador, pedían bendición por la siembra y científicamente (a su pensar) se libraban de plagas, lluvias y vientos. Se adornaban las extremidades con mazorcas amarradas por las hojas, se adornaban la cabeza y la cintura y bailaban.



Ana Soto, representa la estampa brava de la mujer indígena. Su poder y su fuerza no se disminuyen aún después de muerta. Entre nosotros sigue la mirada acechante y al andar silencioso de un fantasma con mirada de jaguar hambriento.



Murió amaneciendo el día 06 de Agosto de 1668; en defensa de su territorio y la libertad de su tribu fue condenada a morir por empalamiento.

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La Reina de Mil Amores.

La llamamos “Madre”, invocamos su nombre y lo hacemos con respeto y Admiración. No es para menos, María Lionza, es una Reina. Su sólo nombre produce vibraciones en nuestro cuerpo, eriza el cuerpo, agita las pulsaciones y desata los sentidos, ella es energía y esa fuerza sobrenatural nos invita adentrarnos en un mundo místico.


Esta Tierra que pisas, es la que nadie tiene el derecho a lastimar.

Tus creencias deben mantenerte firme, no desvanecerse bajo la lluvia, cada paso debe ser tan firme como el eslabón de una cadena, no seas débil ante las tentaciones, ¿O sólo quieres ser un “algo” en vez de un todo?.”


María Lionza, es considera una Diosa Popular, reconocida por entidades espirituales como la única mujer coronada después de muerta. Utiliza como mensajeras a Indias que están bajo su astral, así como a las Reinas Guillermina y Margarita.


De estirpe, única e indomable, María Lionza representa para nosotros la Fe y la esperanza de un pueblo. Diosa de la Naturaleza, de las aguas, de las cosechas, de la Fauna y de la Flora, su corazón está desbordado de inmensa Bondad.


María Lionza vive en los corazones de cada uno de los que practican su culto. Algunos comentan que su morada es un “Palacio Encantado”, custodiado por Jaguares y Anacondas, dónde suele invitar a sus hijos para que éstos reciban mensajes, encuentro al que son llamados muchos, pero pocos los elegidos.


En sus ojos se ve reflejada la fe de un pueblo que cree en Dios y en la influencia de espíritus para resolver problemas, en Venezuela Maria Lionza es considerada una Reina.


"MARÍA LIONZA ES LA FUERZA DE LA NATURALEZA... LA FORTALEZA DE NUESTRA FE"