Conocida como el lugar sagrado de María Lionza, ésta tierra emanaba fuerzas que eran capaces de curar al paciente desahuciado.
Territorio de Magia, de rituales y de fiesta religiosa. La Reina se manifestaba en la energía del caudal del río, en la fuerza del viento que estremecía los árboles, en los sonidos de animales, en oraciones y en humaredas de tabaco.
La Reina María Lionza, se hace presente en la Fe de los creyentes como algo intangible, pero que renace de las adversidades y del olvido en cada uno de los corazones de sus hijos. Se dice que ya María Lionza no visita las faldas del río Yaracuy, por el contrario su energía y su vibración se ha internado en lo alto de la Montaña, se encuentra ahora resguardada por serpientes y brujos que se esconden debajo de las piedras y entre el hoyo de troncos caidos que dan entrada a su palacio encantado.
La Montaña de Sorte, destaca como centro de adoración a la Reina, sea el culto practicado en Quibayo, en Aracal, en Sorte o en sus alrededores, la presencia depende de la ritualidad y la purificación de los guías espirituales y los miembros de uan caravana.
La tradición nos ha enseñado que para entrar a sus dominios debemos "pedir permiso a Don Juan del Yaracuy", aguas soplar un poco de licor en el rio e invocar las oraciones que nos han enseñado en los portales, ofrendar en el camino a la corte de los encantos caramelos, luces, humo de tabaco y rezos.
Entrando al Altar Mayor, nos encontramos con otros hermanos e invocamos la protección de nuestros guías espirituales. Hay que pedir permiso nuevamente y ofrecerle luces a la Reina. Quienes tienen la posibilidad, atienden a los espiritus con un toque de tambor y danzas características de negras, indios o indias.
Se recomienda tener presente a Don Toribio, pedirle por la purificación espiritual de esas tierras, invocar la presencia del Indio Manaure, quien es celador de la morada de nuestra Madre Reina y procurar no contaminar las aguas ni dejar la basura regada en sitios que no corresponde.
En esas tierras, se esparce la Fe de los creyentes que peregrinan en busca de paz y de alivio. Es un lugar para hacer sacrificio y rendir tributo a través de ofrendas, de misiones y meditación. En ciertas épocas, se transforma en sitio de encuentro entre hermanos, dónde el verde de los árboles se ve opacado por telas multicolores que bañan de gracia altares y visten de devoción a imágenes que representan a los espiritus de nuestro culto.
La Montaña debe ser vista como un sitio de recogimiento espiritual, no como un parque para hacer camping ni reunirse a tomar licor. Es un sitio que, según nuestra creencia, es sagrado ya que en ella conjugan fuerzas espirituales que nos ayudan a purificar la materia, a curar enfermedades, a evolucionar y apartar del camino aquellas sombras que nos hacen trastabillar.
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