María Lionza, es reina y es India, es guerrera y es doncella. Como diosa de las aguas dulces, del amor, de la fortuna y de la suerte sus atributos son comparados con Oshum, con la madre Yemayá por ser el comienzo de todo el culto… de toda criatura viviente, con Obbatalá por ser la cabeza que rige, con Santa Bárbara por ser guerrera, con Oyá por ser quien dirige las legiones de espíritus que la acompañan. Sin embargo, estos avatares no están contemplados dentro de la creencia popular, el espiritismo marialioncero no debe mezclar santería ni paleria ni candomblé ni cualquier otra creencia con la práctica que se lleva a cabo en tierras del Estado Yaracuy (como punto central), esta comparación es sólo con fines ilustrativos.
Dentro del culto a María Lionza, no está permitido el sacrificio de animales, pues es ella su protectora.
La Doña, María de la Onza, cabalga sobre una danta y su palacio es resguardado por dos grandes boas, en su “habitación” hay cabida para todo tipo de animales, siendo su mensajera la Mariposa de color azul.
María Lionza, comúnmente no “baja” (no se incorpora) en materias (médiums), sólo en casos especiales (curaciones espirituales) y de extrema urgencia, y cuando se presentan ésta entidad, el sitio (así como el médium) debe estar muy purificado y el ambiente deber estar pleno de armonía, paz y unión.
Para los espiritistas marialionceros, siempre está presente la imagen de Dios como ser supremo y creador así como la Virgen María y demás expresiones del catolicismo.
Yara nace como un mito dentro de la tradición oral del Espiritismo Venezolano, una historia que pudo o no haber ocurrido. Yara es un camino Indio que se le ha dado a María Lionza, una guerrera aborigen, la más sensual de todas las cacicas, la más fuerte y poderosa un sincretismo que los creyentes han querido dar para agregar más valor al papel de los primeros pobladores de esta tierra.
Yara, forma parte entonces, de esa legión de espíritus encantados que acompañan a la reina y que “a veces” tiene la venia para hacerse pasar por ella.
María Lionza, es una figura imponente, que se puede alumbrar con velas de color azul o blanco, se le ofrenda vino tinto (que no sea amargo), flores de cualquier color (predominando las blancas), rosas, inciensos, una mariposa azul (que se coloca como un atributo), plumas de pavo real y un vaso con agua.
A ella, primero que nada, se le pide permiso para trabajar espiritualmente (sea cual fuere la forma o e trabajo a realizar), se solicita luego autorización del Cacique Guaicaipuro y el Negro Felipe, comúnmente se hace la invocación mediante tabacos y oraciones católicas, adicionalmente se “sopla” algún tipo de aguardiente como el de caña, el cocuy (que es utilizado por los Indios), o el ron (que corresponde a los negros) para canalizar las energías y refrescar el ambiente.
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